domingo, 24 de octubre de 2010

La despedida.




-Adiós.

En el momento de la despedida, sentí mis labios taladrar su ahora congelada mejilla.
Una de sus manos permanecía suelta y la otra apoyada suavemente casi imposible de notar en mi cintura.
Mi mano se apoyó en su abdomen para soportar mi inclinación. Sentía el palpitar de su corazón… y el mío estaba totalmente fuera de control, dejandome casi sin aliento.

¿Por qué ese chico “imposible” me hacía ruborizar?
No era una buena señal…

Me separé nerviosamente. Ya era hora de irme, estaba nerviosa… lo sentía tan cerca…
Justo unos segudos antes de irme, sentí como sostuvo mi cintura evitando mi huida. Mis manos reaccionaron apoyandose suavemente y con un leve nerviosismo en su pecho, el rostro mirando al suelo.

Sentí su mirada llamarme, y sus labios intentando articular la palabra correcta.
Lo sé, parecíamos unos idiotas, tan juntos y tan nerviosos…
El titubeo en sus labios se acentuó, y una bomba atómica en mi pecho estalló.
Él no habló.
Me fui, triste, nerviosa y con gran decepción.

¿Amor?

El nunca lo llegó a mencionar.

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