domingo, 9 de enero de 2011


Este es un día en el que el crepúsculo desde mi balcón no hace más que aborrecerme.
En el que por más piedras que arrojen a mi ventana me mantengo sin pensar salir.
En el que el canto de las aves atrofia mi cerebro y en el que la suave fragancia de las flores aumenta mi repugnancia hacia el maldito que en este instante debe estar pensando en mí.

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